Friday, October 27, 2006

EN RECUERDO DE UN AMIGO QUE NOS DEJÓ

El pasado día 23, mi amigo Diego García Arroyo, inesperadamente, nos abandonó para ir a la casa del Padre. Aunque Diego era cuñado mío, era sobre todo uno de mis mejores amigos.
Nos separaban 16 años pero eso no fue nunca una barrera. Cuando lo conocí era un niño de unos 6 años, pero ya entonces conectamos. Nos gastábamos bromas, él me llamaba "Alvarito huevo frito" y yo le decía "Diego Ciruelo". Nos reíamos con bromas de este tipo. Recuerdo un verano en el que pasé unos días en su casa de Villafranca de los Barros, en la que estaba con sus padres mi novia, hoy mi esposa. Al encontrarlo muy pálido le dije que tenía que ir a la piscina y tomar el sol. Como no quería ir le coloqué en la azotea una vieja bañera para que le sirviera de piscina y allí se lo pasaba estupendamente porque se divertía con cualquier cosa.
Desde pequeño tenía una gran afición por el dibujo y muestra de ella es la historieta que con el título "Alvarito" me dedicó el 3-8-1967 (había nacido en 1953 por lo que tenía entonces 14 años). Aún conservo las cuartillas con las viñetas.
A poco de abandonar el Colegio para entrar en la Universidad de Sevilla, sufrió el ataque de una dura enfermedad que logró superar y, como Dios escribe con renglones torcidos, dirigió sus pasos hacia la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Allí obtuvo el título de Profesor de Dibujo y posteriormente se especializó en Restauración.
Decir que Diego era un gran artista resulta cierto pero poco importante, lo que hay que destacar es que Diego era tan buena persona que llegaba a ser "demasiado bueno". Diego era incapáz de sospechar que en algunas personas anida la maldad y yo muchas veces intentaba hacérselo ver. Aunque siempre aceptaba mis opiniones creo que, en el fondo, nunca aceptó ésta.
Pienso, que Cristo y la Virgen lo han reclamado porque quieren que siga pintándolos en el Paraíso, pero aquí han quedado sus cuadros que nos muestran a ambos.
No poseo los conocimientos necesarios para juzgar su pintura pero sí puedo decir que en el triángulo que forman las provincias de Badajóz, Huelva y Sevilla ha sido ampliamente difundida. Su curriculum está repleto de exposiciones y premios pero insisto, lo que hay que destacar es que dudo si ha dejado más amigos que obras de arte, y desde luego éstas son muchas.
SEVILLA : 27-10-06

Sunday, October 22, 2006

DIÁLOGO

Pocas palabras se utilizan hoy tanto, y tan mal, como la palabra diálogo. Con frecuencia se dice "falta diálogo entre los padres y los hijos", "es necesario que dialoguen los patronos y los obreros", "el diálogo de las civilizaciones". Quienes la usan tanto, creen a pies juntillas en el refrán que dice "hablando se entiende la gente". Pienso que caen en un craso error. Dialogar es simplemente y según la R.A.E. "la plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos". Yo diría que dialogar es sólo una forma educada de conversar en la que ninguno se hace dueño de la palabra sin permitir que hable otro. Tampoco es cierto el citado refrán porque no necesariamente por estar hablando muchas horas, dos personas han de entenderse ya que incluso pueden hablar en dos idiomas que ambos conocen parcialmente pero no dominan.
Pienso que los que tanto propugnan el diálogo, o se quejan de su falta en la vida actual, ignoran lo que dicen o buscan utopías.
Evidentemente hoy se habla poco o, mejor aún, se conversa poco. Para mí conversar es hablar, o dialogar, o como queramos decirlo, de forma sosegada. Hace muchos años que el agitado ritmo de vida que soportamos nos impide conversar. Yo recuerdo con nostalgia a los tratantes de ganado de Sevilla que, de pie en la calle Sierpes, pasaban la mañana charlando no sólo de negocios sino sobre mil cosas de la vida. También recuerdo a los amigos que se sentaban en una mesa de un amplio café y conversaban largo tiempo mientras hacían una única consumición. La pregunta que surge inmediatamente es ¿sobre qué conversaban? y la respuesta es muy breve "sobre todo y sobre nada". No se pretendía imponer a los contertulios tus ideas, simplemente las exponías. Realmente la conversación era desnudar tu ser y contar mil cosas que el otro escuchaba, sin que por ello tuviera que aceptarlas, pero le daban pie para aportar las suyas. Se intercambiaban puntos de vista, a veces coincidentes y a veces no.
La conversación no es una reunión establecida con un "orden del día". La conversación no es monotemática, aunque alguna vez, de modo espontáneo, se centra en un tema.
Otra pregunta que se plantea es ¿quienes pueden conversar?. Es obvio que sólo pueden hacerlo los seres humanos. Hablar de diálogo intergubernamental es absurdo (suele confundirse además con negociación que es algo muy distinto), pueden conversar dos o más representantes de los gobiernos pero no unos organismos, como tampoco pueden hacerlo las civilizaciones ya que son entes abstractos y que en ocasiones no están vivos como ocurre con las civilizaciones romana y azteca, de las que sólo quedan herencias o reminiscencias.
Lógicamente, los que conversan lo hacen con mayor fluidez cuando pertenecen al mismo ámbito cultural, de intereses, de ideas y de otros caracteres. Esto significa que cuando no existen estas similitudes la conversación es más difícil. En este sentido, las conversaciones entre miembros de religiones distintas (está claro que las religiones no conversan), deben estar presididas por el mutuo respeto y por el afán de curiosidad de ambos. Se trata de exponer las ideas propias y de preguntar al interlocutor las suyas sobre temas concretos, sin pretender llegar a un consenso puesto que la ideología es personal y al mismo tiempo colectiva (cada uno pertenece a un grupo) y está muy arraigada en el espíritu propio.
Si nos centramos en la conversación entre padres e hijos, la diferencia de edad crea una barrera difícilmente franqueable. Insistir en consejos suele ser contraproducente y suele ser más eficaz moverse en el terreno que mezcla las vivencias de los mayores solicitando como respuesta la posible reacción de los jóvenes en situaciones similares.
Tiene que quedar muy claro que no se conversa por teléfono, o por internet, ni aún por correo postal. Se conversa cara a cara en un ambiente tranquilo, sin música ni televisión como fondo. Puede conversarse comiendo o bebiendo una copa o una taza de café e incluso paseando por un parque o un jardín.
Para terminar yo diría que el refrán debe ser: "hablando se conoce la gente", pero no tiene por qué entenderse. Hay que separar de lo dicho al falso diálogo en el que uno participa investido de un poder o el otro carece de ideas propias bien establecidas. Aquí no hay entendimiento, hay una victoria de uno de los lados que ya está prevista, bien sea porque el vencido no puede resistir o porque acude al falso coloquio (mejor es hablar de negociación) dispuesto a entregarse consciente o inconscientemente. Aunque se hable de diálogo, realmente se trata de ir a escuchar una sentencia o aceptar una derrota, intentando como máximo que el precio sea lo más bajo posible.
ALVARO GARCÍA PERLA

Monday, October 16, 2006

JUBILACION

El Diccionario de la R.A.E. dice que esta palabra deriva de la latina "iubilatio" y la define como acción y efecto de jubilar o jubilarse, en segunda acepción la define como haber pasivo que disfruta la persona jubilada y en tercera como viva alegría o júbilo. En la práctica se trata de una fase de la vida, en la que el individuo al alcanzar una determinada edad (cada vez más temprana) y tras haber pagado durante un período de tiempo a una entidad de Seguro Social (generalmente el Estado, no el Gobierno como muchos creen), debe abandonar su trabajo y pasa a percibir una cantidad económica denominada pensión (bastante inferior a la que venía cobrando).
Podemos dividir la vida humana en tres fases que separan el nacimiento de la muerte. La primera es la fase de aprendizaje, la segunda es la fase de actividad laboral y la tercera la jubilación. La primera de ellas suele tener la ventaja de contar con personas que te enseñan tanto las actividades elementales como andar, hablar o comer, como las más complejas de las que son ejemplos la lectura y la escritura o la formación en una profesión más o menos difícil de ejercer. La tercera, que antes o después afecta a todos, incluso a aquellos que como el ama de casa no dependen de un patrón, viene marcada por la Ley para quienes trabajan por cuenta ajena y por sus posibilidades físicas y síquicas para quienes lo hacen por cuenta propia (es el caso del ama de casa); el gran problema de esta fase es que no se aprende ni hay quien te la enseñe, hay que prepararse para ella.
En demasiadas ocasiones llega a ser dramática la situación en la que se encuentra una persona al percibir que a partir de mañana no puede volver a la fábrica, a la oficina, al camión o al hospital donde trabajó durante 30 años. No sabe qué hacer porque no había previsto el camino a seguir en esta encrucijada de la vida que tenía que llegar. Si vive en el seno de una familia comienza a ayudar en las labores domésticas, lo que está muy bien pero no es suficiente. Hoy es muy frecuente dedicarse a los nietos, pero ésto que también es plausible, se convierte en una obligación que tampoco llega a satisfacer porque si bien ayuda a sus hijos, no está exento de interferir en su labor de padres ni de sufrir el abuso de tus hijos que con excesiva frencuencia "necesitan" que te ocupes de ellos.
Hemos dicho que hay que prepararse para la jubilación, y ¿como se prepara uno?. En primer lugar hay que aceptar que tu profesión ha terminado contigo y tú con ella. Hay que admitir que para tus colegas jóvenes "eres un viejo" y, educadamente, no aceptan tus consejos y tus opiniones porque son "las batallitas del abuelo". Debes haber desarrollado antes una afición, fuera de tu profesión, a la que ahora puedes dedicar más tiempo. Si físicamente te es posible, una de estas aficiones debe ser el ejercicio físico que no necesariamente ha de ser un deporte pudiendo ser desde el paseo hasta el cuidado del jardín, si lo tienes. Hablar de otras actividades sería interminable pero citaré algunas como: la lectura (libros no profesionales), la pintura, la música, la escritura (para uno mismo o para publicar usando cualquir medio), la colaboración con entidades caritativas, culturales, etc. No puedo dejar de citar como ocupación, no permanente, el viajar.Esta fuente de conocimientos precisa unas mínimas condiciones físicas y ciertos medios económicos. Hay que recordar que hoy se brindan a los jubilados viajes muy asequibles, tanto de iniciativa estatal como privada.
Estas observaciones las baso en mi propia adaptación a la jubilación e invito a quienes aún están lejos de ella a que se las plantean
ALVARO GARCIA PERLA