Friday, April 03, 2009

Una visita a los Santos Lugares

Acabo de regresar de Tierra Santa y quisiera poner en orden mis recuerdos. Me parece que va a ser un trabajo imposible aunque me ayude de las muchas fotografías que ha hecho mi esposa Manoli. Creo que poder visitar Israel es una suerte, o mejor una inmerecida bendición de Dios pero con una condición. Esa condición es ir, más que para ver, para meditar.

Para quien no tenga Fe, esta visita representa observar una serie de iglesias, recorrer unas carreteras más o menos adecuadas y contemplar unos paisajes que varían desde un amplio lago en Galilea hasta otro más pequeño y peculiar como es el Mar Muerto, o unos accidentes del terreno con montes no muy elevados y valles y zonas fértiles en Jericó frente a otras desérticas complementadas con una cadena de montañas agrestes que muestran numerosas cuevas. Las ciudades que se suelen visitar son bastante parecidas tanto en su trazado, como en el aspecto e idioma, a las del norte de África.

Para el cristiano, la visita es muy distinta. La visita de todo lo anterior le va a hablar y él puede escuchar lo que le dicen las piedras, los montes, los valles y los lagos.

Sería muy largo relatar todo lo que puedes oir, por lo que sólo haremos referencia a algo. En Nazarét, te darás cuenta de que sin María no habría habido Redención. Más adelante, recordarás la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, que la recibe con respeto y con el alborozo de la criatura que lleva en su vientre. En la casa de José recordarás a la Sagrada Familia y así te has de sentir invitado a meditar sobre el modelo de familia cristiana basada en el amor y el respeto.

En Belén, te postrarás en el punto donde nació el Divino Niño y lo adorarás con tu corazón como hicieron los pastores y los Magos.

En Caná, comprenderás como Jesús accedió a la petición de su Madre para que ayudara a aquellos novios, y palparás como la Virgen es nuestra gran abogada ante Dios y lo importante que es la presencia de Él en nuestros matrimonios.

Luego, junto al Mar de Galilea, recordarás el Bautismo de Cristo, y si te acompaña un sacerdote, como me ocrrió a mí, recibirás en tu cabeza el agua del Jordán y podrás renovar las promesas que hace años hicieron en tu nombre. Más tarde, junto al lago, podrás escuchar el eco de las Bienaventuranzas que te dará fuerzas para superar las adversidades de la vida. El Mar de Tiberiades te hará evocar los muchos milagros que allí tuvieron lugar. En las orillas puedes vivir la incorporación de aquellos pescadores al grupo de colaboradores del Mesías y tras la instauración del Primado de Pedro verás el nacimiento de nuestra Iglesia.

Como los milagros de Jesús se extendieron por todo Israel, no puedes dejar de visitar sitios como la Iglesia de Santa Ana, junto a la que se halla la piscina de Bethesda en la que curó al paralítico. Otro punto importante es Betania, donde tras llorar la muerte de su amigo Lázaro, porque era hombre, lo resucitó, porque era Dios.

Los milagros revisten una faceta humana (se apiada del que sufre) y otra divina (mostrar al mundo el poder de Dios).

Es necesario subrir al MonteTabor para vivir la Trasfiguración en la que Cristo se presenta en toda su Majestad conversando con Elías y Moisés, mientras Pedro, Santiago y Juan piensan en no moverse de allí.

El denominado "Muro de las lamentaciones", es el único vestigio del templo y trae a la memoria aquella frase del Señor "destruíd este templo y yo lo reedificaré en tres días".

Penetrar en el Huerto de Getsemaní impacta, sobre todo si es de noche, porque allí se ve a Cristo orando mientras sus discípulos, dormidos, no son capaces de acompañarlo. El cristiano piensa aquí en la cantidad de veces en las que nosotros, por comodidad, abandonamos a Nuestro Señor.

En ese Monte de los Olivos, el Hijo de Dios enseñó a los apóstoles la oración por antonomasia, El Padre Nuestro.

El recorrido por Jerusalem es impresionante. El Cenáculo, en el que Cristo instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. El Pretorio de Caifás al que llegó Cristo, tras haber sido traicionado por uno de los suyos, como tantas veces hacemos nosotros. La Iglesia de San Pedro en Galli Cantu donde aquel lo negó tres veces como tambien lo seguimos haciendo los que nos creemos cristianos.

En la Vía Dolorosa, durante el Via Crucis, debemos contemplar al Nazareno cargando con la cruz de nuestras culpas y avanzando, con mucha dificultad pero sin quejas, hacia el Calvario. La Iglesia del Santo Sepulcro es el compendio de la Salvación humana. Allí estan los lugares de la Crucifixión, la piedra donde lo embalsamaron y el Sepulcro donde además tuvo lugar la Resurrección.

Uno regresa de Israel pensando que ha hecho unos Ejercicios Espirituales o como dijo alguien, "tras leer el Quinto Evangelio"



Alvaro García Perla y Manoli García Arroyo

3 de Abril de 2009

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